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TIEMPO PRESTADO

TIEMPO PRESTADO

“Pues si aún no podéis lo que es menos, ¿Por qué os afanáis por lo que es más? (Lucas 12:26)

El hombre vive bajo la presión del tiempo. Veinticuatro horas al día no le bastan para todo el quehacer cotidiano. De aquí la tensión. Camina a prisa, se acelera, se avanza. Cuentan las  horas, los minutos, los segundos y todo en razón de sacarle el mayor rendimiento al tiempo. Esta es una epidemia que padece el mundo. Un hombre, preso de esta ansiedad, fue donde un siquiatra en busca de remedio. – son tantas las cosas que hacer que el tiempo no me basta. Por favor, indíqueme un remedio – le dijo este. El siquiatra le contesto – Si tengo algo que indicarle. Tome tiempo prestado -. El hombre le preguntó: - ¿pero a quien habré de tomarle prestado? – La respuesta fue: - Tómaselo a la misma vida -. Y así lo hizo. Se tomó del tiempo que le pertenecía para la atención de sus seres queridos. A la hora de sosiego y recreación sana. A los momentos de sus devociones y el crecimiento de su vida espiritual. A la buena lectura. Al cultivo de la amistad. A los pequeños actos de bondad que debería ofrecer a sus semejantes. Y a muchas cosas que no se pueden medir en términos materiales. 

Con el correr de los años sus posiciones aumentaron considerablemente pero sus bienes espirituales empobrecieron. Se convirtió en un hombre acabado, rendido, fatigado. No sabía lo que era sentirse alegre siquiera por un instante. Aunque tardíamente aprendió una gran lección: y es que el tiempo que se tomó prestado a aquellas cosas se revierte contra la misma vida. Este es un pecado que no se comente impunemente. Sus consecuencias alcanzan siempre al hombre. Lo triste es que son millones los que viven tomándole tiempo prestado a la vida. – basta a cada día su propio afán – nos dijo Jesucristo. ¿por qué esa prisa y esa ansiedad en marcha contra el reloj por alargar el tiempo? – pues si aún no podéis lo que es menos, ¿Por qué os afanáis por lo demás?.


Oración: Señor, necesito la calma y el sosiego de una vida que trascurra en tu presencia. Los santos no tienen prisa por que viven en ti que eres dueño no sólo de nuestras vidas,  sino del tiempo en que discurre la propia vida. Tranquilízanos, buen Dios, y haznos comprender que cada día traerá su propio afán, su propia fatiga. En tu continua comunión realizaremos las tareas de este día, amen.