UNA EXPERIENCIA DE CONVERSIÓN
Convertíos, y apartaos de
todas nuestras
transgresiones (Ezequiel
10:30)
El
predicador moderno habla muy poco sobre la conversión. Sin embargo, esta sigue
siendo una experiencia “sine gua nom” para llegar a comprender la verdadera
vida cristiana. Conversión implica arrepentimiento, cambio de mente, vuelta en
redondo de los malos a los buenos caminos. Una transformación completa, San
Agustín, ya convertido, respondía al llamamiento de una mujer tentadora con
estas palabras – yo soy Agustín, pero yo no soy yo - . El mismo nombre, la
misma envoltura física, pero con nuevas inclinaciones, nuevo carácter y nuevas
perspectivas.
La
conversión es realmente una vida. Asistir a la iglesia, unir nuestros nombres a
la lista de su feligresía y contribuir a su sostenimiento, no significa de
ninguna manera, que la persona ha pasado por la experiencia de la conversión. Ni
tampoco haber nacido en un hogar cristiano. Mucho menos el haber tenido el privilegio
de ser educado en una institución de la iglesia. A un más, es posible haber
predicado el evangelio y lograr atraer a otros a los caminos de Dios y sin
embargo uno mismo no estar convertido. Juan Wesley en un tránsito angustioso
llego a decir – fui a América a convertir a los indios, pero ¿Quién me convertirá
a mí? ¿Quién me librará de este corazón perverso e incrédulo?
Tengo
una hermosa religión de verano. Puedo hablar de ella, puedo aun creer en ella
mientras estés lejos de peligro. Pero luego que la muerte me mira la cara, mi espíritu
se amilana. Yo no puedo exclamar “para mí el morir es ganancia”. ¡Oh! ¿Quién me librará del temor de la muerte”? ¿Qué
haré?, ¿A dónde iré para escapar de ella? -
¡Cuánto hay en la iglesia que están en estas mismas condiciones! A Juan
Wesley al fin se le abrieron los ojos cuando esta estaba Aldersgate, Londres, después
de haber leído el Prefacio a la Epístola a los Romanos de Lutero, sintió un “ardor
extraño en su corazón” y experimento “que confiaba en Cristo, en Cristo
solamente, para su salvación y recibió la
seguridad de que sus pecados habían sido borrado y se había salvado de la ley del pecado y de
la muerte”. En la iglesia caben todos los hombres: convertidos y no
convertidos. Pero los que no son deben buscan esta experiencia. Solo así Dios
lo significará todo para ellos. Sin conversión, pues no es posible.
Oración: Señor Dios todo poderoso, Señor de nuestras vidas, Tú
quieres que todo pecador se vuelva a ti. Que establezca una relación de comunión
y amistad contigo. Despierta en él el anhelo de una experiencia profunda de conversión.
En el nombre de Cristo te lo pedimos, amen. “Luces Encendidas”