Isaías 6:1-4: En el año que murió el rey Uzías vi yo al Señor
sentado sobre un trono alto y sublime, y sus faldas llenaban el templo. Por encima de él había serafines; cada uno
tenía seis alas; con dos cubrían sus rostros, con dos cubrían sus pies, y con
dos volaban. Y el uno al otro daba voces, diciendo: Santo, santo, santo, Jehová
de los ejércitos; toda la tierra está llena de su gloria. Y los quiciales de
las puertas se estremecieron con la voz del que clamaba, y la casa se llenó de
humo. Entonces dije: ¡Ay de mí! que soy muerto; porque siendo hombre inmundo de
labios, y habitando en medio de pueblo que tiene labios inmundos, han visto mis
ojos al Rey, Jehová de los ejércitos.
Al
profeta Isaías se le concedió una oportunidad que muy poca persona llega a
tener. Contempló al Señor en una visión
del santuario celestial que le dio el Espíritu. Históricamente, esta
visión tuvo lugar en el año en que falleció el rey Uzías. Según la tradición,
el rey era primo hermano Isaías. Uzías era el único rey de Judá que el profeta había conocido en toda
su vida. Por tanto el Señor le estaba enseñando a Isaías de una manera muy real
a apoyarse completamente en El, y no en un ser humano, cualquiera que este
fuera.
Es
posible que nosotros también necesitemos aprender esta valiosa lección. Tal vez
dependamos de nuestro conyugue, de nuestro mentor, de nuestro pastor, o de un
buen amigo. Dios quiere que aprendamos a confiar solamente en El.
En
Isaías 6, el profeta tuvo una visión del Señor en toda su gloria, toda su
honra, y todo su divino poder. Vio al Rey de reyes sentado en su trono eterno,
aun cuando el rey de Judá, Uzias, ya no ocupada su trono terrenal. Este
encuentro con Dios cambio la vida de Isaías. El profeta escucho las palabras de
los serafines: “Santo, santo, Jehová de los Ejércitos: toda la tierra está
llena de tu gloria”. Aquello era mucho más que un simple “buen culto de
adoración”. El profeta vio al Señor Jesucristo en su gloria y majestad. La
gloria de Dios fluye de la expresión de su santidad. Cuando quedamos cautivados
por una clara consciencia de la santidad de Dios, las pasiones, los placeres, y
las empresas mundanas se desvanecen, y Él tiene la preeminencia en nuestra
vida.
Es
importante que sepamos que la gloria de Dios llena toda la tierra. Necesitamos
una comprensión más bíblica, más grandiosa de Dios y de su gloria. Nuestros
pensamientos, oraciones y vida diaria deben reflejar la realidad indiscutible
de que la tierra es del Señor, y que su gloria llena la creación, lo sintamos
nosotros o no.
En
la biblia, cuando alguien tenía un encuentro con el Señor en toda su gloria, su
primera reacción es de temor, puesto que sabían que la santidad de Dios hace
ver con mayor claridad el pecado. Isaías no fue la excepción. Repentinamente,
tuvo conciencia de que era un hombre de labios inmundos, y se sentía como
muerto. Estaba dolorosamente consciente de su propio pecado y de su
incapacidad. Por eso confeso de inmediato su pecado en la presencia del Señor.
Entre
los demás seres humanos, podemos tratar de esconder nuestros pecados, o al
menos, buscarle una justificación. Hasta es posible que nos rebajemos a
compararnos con otros, creyentes o incrédulos, y digamos: “por lo menos, no soy
tan malo como ellos”. Pero cuando estamos en la presencia manifiesta del Dios
Todopoderoso, ya no podemos justificar nuestro pecado. Nos vemos tal como
somos. Así será cuando estemos delante
del trono en aquel día, para dar cuenta de nuestra vida, como la llevamos en
esta tierra y que hicimos con el talento que Dios nos Dios.
La
experiencia purificadora de Isaías fue bastante dolorosa y desagradable. Uno de
los serafines todo los labios al profeta con un carbón encendido que había
tomado del altar. A nosotros nunca se nos ocurriría purificarnos de esa manera.
Sin embargo esto muestra que nadie sale de la experiencia tal como entro a
ella.
Así
que, vamos a revisarnos y ponernos a cuenta delante de Dios, porque si decimos
que hemos tenido un encuentro con el Rey
de reyes y Señor de señores y seguimos pecando o practicando pecados antiguo,
tal transformación no es real. Está perdiendo tu tiempo y también la eternidad.
Dios
nos ayude a entender que el mundo invisible es más grande, que el mundo visible
y que un día tendremos que dar cuenta a Dios por nuestras vidas en esta tierra.
Amen.
Después
de aquella experiencia de purificación, el profeta escuchó el llamado de Dios y
comenzó a servirle en Espíritu y Verdad.