Isaías: 25:1-5 Jehová, tú eres mi Dios; te exaltaré, alabaré tu nombre,
porque has hecho maravillas; tus consejos antiguos son verdad y firmeza. Porque convertiste la ciudad en montón, la
ciudad fortificada en ruina; el alcázar de los extraños para que no sea ciudad,
ni nunca jamás sea reedificado. Por esto te dará gloria el pueblo fuerte, te
temerá la ciudad de gentes robustas. Porque fuiste fortaleza al pobre,
fortaleza al menesteroso en su aflicción, refugio contra el turbión, sombra
contra el calor; porque el ímpetu de los violentos es como turbión contra el
muro. Como el calor en lugar seco, así humillarás el orgullo de los extraños; y
como calor debajo de nube harás marchitar el renuevo de los robustos.
En
el libro de Isaías vemos ocasiones de alabar y adorar a Dios más que en
cualquier otro libro de los profetas del Antiguo Testamento, e Isaías 25 es un
ejemplo de ello.
La
exaltación y alabanza a Dios que presenta Isaías fluyen en los consciente que
está de su relación con el Señor. No es posible adorar genuinamente a Dios s a
partir de la ignorancia. La adoración espiritual auténtica no solo procede
del hecho de saber quién es Dios, sino
también de una relación personal y llena de vida con El.
Isaías
mostro su amor al Señor al alabarlo aun cuando las cosas no iban bien. Sus
profecías eran en realidad presagios, puesto que advertían acerca del juicio
venidero de Dios. Sin embargo, Isaías sabía que el Señor tenía que juzgar a los
que lo rechazaban voluntariamente. En vez de sucumbir ante la desesperación y
la frustración, no dejo de alabar a Dios y darle gracias por sus muchas
misericordias. Nosotros, como Isaías, debemos aprender a centrarnos en Dios y
mantenernos firmes en la adoración sin que nos mueva lo que sucede a nuestro
alrededor.
La
biblia habla que todo esto pasaría, pero solo sería en principio de los sufrimientos,
y nos dice que tengamos fe, porque el venció al mundo y nosotros también lo
haremos.
En
este día, levántate en fe y dile a los problemas que Cristo venció al mundo,
por tanto también eres un vencedor. Amen