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OBEDEZCA LOS MANDAMIENTOS DE DIOS


1 JUAN: 2:3-6:  Y en esto sabemos que nosotros le conocemos, si guardamos sus mandamientos. El que dice: Yo le conozco, y no guarda sus mandamientos, el tal es mentiroso, y la verdad no está en él;  pero el que guarda su palabra, en éste verdaderamente el amor de Dios se ha perfeccionado; por esto sabemos que estamos en él.  El que dice que permanece en él, debe andar como él anduvo.

Son muchas las personas que hablan de conocer a Dios. Es posible que se declaren cristianos, aunque muestren tener una relación cercana con Cristo. Juan nos enseña que hay quienes afirman conocer a Cristo, pero se engañan a sí mismo y engañan a los demás. Su falta de sinceridad se ve claramente cuando se los confronta, según Juan, a la verdadera prueba de una autentica relación con Dios: quien conoce a Dios, cumple sus mandamientos.

Cuando proclamamos ante el mundo que somos cristianos, es necesario que nuestra vida armonice con nuestras palabras. Lo más importante es que armonice con la palabra de Dios. Quien dice conocer a Dios, y vive de una manera contraria a las Escrituras, es un mentiroso. La palabra “Cristiano” significa literalmente “seguidor de Cristo”. No nos debe extrañar que Juan diga que los verdaderos cristianos siguen el ejemplo de Jesús.

El mensaje de juan acerca de la fidelidad a los mandamientos de Dios no tiene nada de nuevo. Al fin y al cabo, Dios siempre exigió obediencia de su pueblo. Lo que es nuevo es la misma noticia que también trasforma nuestra vida hoy: Jesús, la luz del mundo, ha venido, Él nos hace libres, no para pecar, sino para que nos apartemos del pecado y vivamos  como quiso Dios desde el principio que viviéramos.

Los cristianos no obedecemos solo porque es nuestro deber hacerlo. La verdadera obediencia nace de una relación. Anhelamos agradar a Dios, porque lo amamos. Cuando comprendemos lo que Jesús ha hecho por nosotros, queremos servirle y darle nuestra vida entera.

Jesús nos ama de tal manera, que entregó voluntariamente su vida para salvarnos. Hemos sido llamados a seguir el ejemplo del Señor. Su amor por todos nos llama a amar a los demás también. Cuando alguien da lugar al odio en su vida, es evidente que no le ha resplandecido la luz de Cristo. Aun ésta cegada por las tinieblas del pecado. Dios es amor, y quiere que caminemos en amor con los demás y que lo cultivemos en nuestros corazones, amen.