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CORRIENDO LA BUENA CARRERA

Hebreos 12:1  Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémosno de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante.

Cuando el autor de este libro a los Hebreos el Apóstol Pablo les dijo que se quitaran todo peso que les impedía correr, estaba pensando en los atletas en el día que corrían con la intención de ganar. Literalmente se quitaban toda la ropa excepto una prenda íntima. Se aseguraban de que nada pudiera enredarlos e impedir que corrieran lo más rápido posible.

Para desarrollar nuestro potencial y llegar a ser lo que Dios quiso que fuéramos, tenemos que dejar de lado las otras cosas. Para ganar en la vida, tenemos que hacer las cosas que logren nuestras metas y cumplan nuestro propósito. Debemos aprender a decir “No” a la gente con buenas intenciones que quieren que nos involucremos en un fin de cosas que al final roban nuestro tiempo y no producen fruto.
El apóstol Pablo estaba empeñado en desarrollar su potencial. Se imaginaba en una carrera, estirando cada nervio y cada músculo, ejerciendo cada milígramo de fuerza, como un corredor con las venas henchidas, para no caer antes de llegar a la meta.

Tenemos que decidir unirnos con Dios en su deseo de hacernos excelentes y no mediocres. Debemos hacer inventario de nuestra vida y eliminar todo lo que nos enrede o que nos quite tiempo. Tenemos que estar decididos, trabajando duramente, y rehusar rendirnos –sacando la fuerza de Dios, no dependiendo de nosotros mismo. Si hacemos estas cosas persistentemente, tarde o temprano tendremos la victoria. Si estamos corriendo simplemente para pasarlo bien, no obtendremos el premio.

Hebreos 12:1 nos dice que nos quitemos todo lo que nos impida y también el pecado que nos enreda. Es casi imposible ser un éxito espiritual con pecado consciente y voluntariamente en nuestras vidas. Dios dice que cuando algo es malo en la biblia, entonces es malo, en estos casos debemos tener una actitud agresiva contra el pecado y la maldad de nuestros corazones. Cada vez que se asome un poco de envida, deseo de los ojos, la vana gloria de la vida, debemos desecharlos y arrancarlos de nosotros. No es necesario discutir, sino decirle a Dios, Padre Celestial aquí estoy sentí envidia en mi corazón, eso me hace infeliz, ven quitando esta maldad y límpiame de toda falsedad. No es necesario discutir, reflexionar, echar la culpa a otros, dar excusas, o sentir lástima de nosotros mismos – necesitamos ponernos de acuerdo con Dios, pedir perdón, y cooperar con el Espíritu Santo para sacar eso de nuestra vida para siempre.

Sabemos que la iglesia en estos tiempos no habla de la maldad del corazón, ni está interesado en eso, nadie quiere oír que tiene envidia, rencor o  que es chismoso, quieren oír que Dios lo va a bendecir, pero Dios ama la justicia y el juicio y el reino invisible está regido por estas leyes. La bendición está ligada a la intención del corazón y esto es lo que Dios escudriña.

Dios nos ayude a entender, que este tiempo en la tierra es pasajero y que la eternidad es una realidad. Debemos militar en esta tierra como buenos atletas que para alcanzar la meta y el  galardón que Dios nos ha guardado como recompensa. Amen.